Páginas

viernes, 12 de octubre de 2012

Pavo cristatus - Cojedes

Esta mañana, en la Urb. Aeropuerto, San Carlos, apareció en un tejado un juvenil de pavo real común (Pavo cristatus). Estaba exhausto y acalorado (ver fotografía). Observadores: J.C. Fernández-Ordóñez, Angélica M. León, Pedro C. León y Javier C. León.

 Pavo real común (Pavo cristatus) juvenil (Foto: J.C. Fernández-Ordóñez).

martes, 25 de septiembre de 2012

Lonchura malacca - Carabobo

http://sphotos-h.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-ash4/387532_3215266639522_1030445482_n.jpg
   Adulto de monjita tricolor (Lonchura malacca) (Foto: Francisco A. Betancourt)

Especie: Monjita tricolor (Lonchura malacca)
Fecha: 27.05.2012
Lugar: Cerro Monte Mayor, San Diego (Edo. Carabobo) 
Número de ejemplares: 2 ex.
Observador: Francisco A. Betancourt

domingo, 20 de mayo de 2012

 


3.600 nidos de tejedores africanos invaden cuenca del Lago Valencia 

(Foto: Archivo El Carabobeño)

Noticia aparecida en la versión digital de El Carabobeño (29/03/2012 - Daniel Pabón):

Elige una rama o el nervio principal de una hoja. Primero construye un anillo de fibras de palma. Luego comienza a crear una bóveda, con más fibras. La vas cerrando hasta diseñar toda una cámara de cría. Por último se dedica a la entrada, constituida por un cilindro de fibras a un lado de la esfera. Una delgada pared, llamada umbral impide que los huevos se salgan al ser balanceados por el viento. El macho lo construye, pero la hembra lo tapiza con hojas y espigas de gramíneas.
Por algo se llama Tejedor Africano (Ploceus cucullatus) y así elabora su nido. Un total de 3 mil 600 fue documentado por el investigador Manuel González Fernández en la cuenca del Lago de Valencia. Lo malo es que se trata de una especie invasora. El riesgo de que compita ecológicamente con aves autóctonas es que termine convirtiéndose en una potencial plaga reductora de la producción de granos en algunos cultivos.
Así lo explica el informe titulado “Evaluación preliminar de la presencia de poblaciones de Tejedor Africano (Ploceus cucullatus: Ploceidae: Passeriformes) en la cuenca del Lago de Valencia”, elaborado por González Fernández para el Ministerio de Ambiente y fechado en Maracay a finales de 2011.
Además del MINAMB, el Departamento de Biología de la Universidad de Carabobo y grupos regionales como el de Embajadores de las Aves, llevan exhaustivos registros e investigaciones sobre las especies que habitan esta cuenca.
Las aves llamadas “tejedoras” son originarias del Africa subsahariana y, algunas especies de Asia y Australia. En Venezuela se cree que es una invasora reciente. El primer descubrimiento, de más de 10 aves y 30 nidos observados, data de 1999 cerca de Mariara, en Carabobo.
Las especies “exóticas” son originarias de otros países. Cuando alcanzan una gran capacidad reproductora, y esta se sale de control, pasan a ser especies “invasoras”. Pero si además son capaces de establecer poblaciones en ambientes habitados por el hombre, se convierten en “plagas potenciales”. En Venezuela, refiere el especialista, existe un estimado de 262 especies exóticas, siendo aves el 45,8%.
El Tejedor Africano, en su lugar de origen, es considerado perjudicial para los cultivos de palma aceitera y arroz. En países donde ha sido introducido y se reproduce descontroladamente en la naturaleza, puede atacar otros como sorgo, maíz y frutales. También pueden causar la muerte de árboles y palmas por la utilización intensa de las hojas para la elaboración de los nidos, cita el escrito.
Palmas afectadas
La investigación mencionada se propuso como objetivo general evaluar la presencia de poblaciones del Tejedor Africano en la cuenca del Lago de Valencia. El área de estudio posee un área aproximada de 1.346 km² de superficie terrestre. Requirió un año de recorridos mensuales de observación y de búsqueda de información por áreas planas y de vegetación abierta.
Aunque la búsqueda en Aragua resultó infructuosa, en Carabobo, González encontró y puntualizó las coordenadas geográficas de 52 localidades de avistamiento del Tejedor Africano, 46 de ellas en la zona norte del Lago. El 86,5% correspondió a puntos de nidificación.
Los 3.600 nidos contabilizados se sitúan en 169 árboles, siendo el chaguaramo (Roystonea oleracea) el mayormente afectado, con mil 819 nidos construidos en 150 palmas. Esto representa el 88,8% de las 19 especies de vegetación observadas en el estudio: 3 samanes, 2 cocoteros, 2 guásimos, una acacia, un drago, un jabillo y un mango, así como ocho arbustos bajos no identificados.
Plan de erradicación
El autor hace sugerencias como diseñar una metodología para controlar la población sin olvidar un programa de educación ambiental; y conocer la época de reproducción, como base para crear un plan de erradicación de la especie, quizás siguiendo el ejemplo de República Dominicana donde se recolectaban nidos y ejemplares.
“Las condiciones ambientales de Venezuela permiten estimar que esta ave, en poco tiempo, puede convertirse en una verdadera plaga para las zonas de cultivo en tierras planas”, concluye González al ejemplificar en el informe que áreas como los llanos crean ambientes favorables para esto.
La venta del Tejedor Africano tanto en agropecuarias de varias localidades como a través de Internet son realidades, constatadas por el especialista, susceptibles de nuevos focos de invasión.
Danza nupcial anuncia la reproducción
Al terminar cada nido, el Tejedor Africano empieza una danza nupcial con canto para atraer a alguna hembra. Un macho puede poseer a entre 5 y 6 de ellas. Esto permite una alta tasa reproductiva. Manuel González Fernández relata en el informe que constató cómo las colonias nidificantes pueden tener hasta 100 nidos activos en cada ciclo de reproducción. En la localidad identificada en el estudio como peaje de Guacara, en la Autopista Regional del Centro, ya se han contabilizado 700. Para esta investigación del Ministerio del Ambiente también se utilizó un micrófono direccional con la intención de tener registro del canto de esta especie. Tras dos horas de grabación, se determinó que el ciclo de duración es de aproximadamente 15 segundos y con una frecuencia entre 2.000 y 1.0000 Hertz. El canto se inicia con una serie de graznidos que va subiendo de intensidad, hasta quedar fijado en un chasquido constante que va bajando de fuerza hasta silenciarse. Un minuto después de culminado, se inicia de nuevo.